fantasia

En los cementerios pasan cosas

Libro_Del_Cementerio_El-AD.-ROCA-072010

Corrían los finales de los años ochenta y el mundo de la narración dio un vuelco con la aparición de la serie de novelas gráficas «The Sandman». Su autor Neil Gaiman llegaría a ser considerado uno de los máximos referentes del género de terror y fantasía. Y muchos títulos han caído desde entonces de la mano de un magistral autor -tanto en novelas como en cómics, e incluso guiones de cine- con un universo tan amplio que creó legión de fans e imitadores.

A simple vista, puede impresionar tanta obra y volver histérico a cualquier lector que quiera comenzar a adentrarse en su mundo. Por ello, puede ser un acierto escoger «El libro del cementerio», publicado en 2008, para una iniciación tranquila y menos onírica que lo habitual en su trabajo.

Un bebe se escapa de la cuna la noche que su familia es asesinada por el cuchillo de un hombre misterioso. Tras llegar al cementerio cercano, con el asesino persiguiéndole, es adoptado por una pareja de fantasmas del lugar y nombrado como Nadie Owens. Con un tutor ni muerto ni vivo, Silas, crece entre lapidas y almas pasadas que le enseñan y cuidan además de acompañarle en sus aventuras y su curiosidad de niño humano creciente. A pesar de que todo va bien, el hombre misterioso retornará para encontrarle e intentar lograr acabar con el trabajo.

Con una prosa fácil, a la vez que cautivadora, el lector va adentrándose en situaciones y enseñanzas fascinantes que no hacen más que adorar continuar pasando páginas hasta llegar al final. La galería de personajes es variopinta y con cada uno de ellos nos enamoramos de sus palabras, algo que no suele ser muy habitual en muchos libros, nos quedaremos con la Dama de Gris, la señorita Lupescu, los Owens, y muchos más sin dejar de soñar con ellos al terminar el día. Puede que parezca un libro destinado a la adolescencia pero esconde algo más y muestra una labor impagable, porque se tenga la edad que se tenga se disfruta sin pensar en otra cosa que no sean los devenires de Nadie Owens.

Y si uno anda un poco leído, hará constar las semejanzas con el clásico «El libro de la selva» de Rudyard Kipling -nada negado por el autor- y apreciará con más ahínco el texto. Aparte, las ediciones suelen venir acompañadas de unas grandiosas ilustraciones del mago del dibujo Dave McKean, lo que añade otra razón de peso para detenerse en algunas páginas y gustarse con el detalle.

«El libro del cementerio» es un pequeño tesoro al que bien se le puede hacer un hueco en la estantería y compartir momentos de ocio con él. No por nada fue galardonado con el famoso premio Hugo en 2009 a la mejor novela, y es un ejemplo claro y conciso del estilo narrativo de Neil Gaiman. Tras su lectura, puede que ya estemos sumidos en la espiral que nos arrastrará a consumir otro título del autor, y así una y otra vez; sin llegar al fin, pero sin querer hacerlo.

Los bailarines se emparejaron de nuevo uno a uno, los vivos con los muertos. Nad alargó el brazo y se encontró mano a mano, y cara a cara, con la Dama de Gris.
La mujer le sonrió y lo saludó:
—Hola, Nad.
—Hola —replicó el niño sin dejar de bailar—. No sé cuál es su nombre.
—Los nombres no importan en realidad.